INT. LA PUERTA FALSA. NOCHE
Rótulo: 21:33
El minutero avanza lentamente.
Rótulo: 21:39
Las rubias, de amplias coronas, se reducen a espuma sobre la mesa.
Rótulo: 21:42
Ganas. La gente, impaciente, observa las flores que abrigan los vacíos del escenario en busca de los nombres que bautizan esta -esa- noche la poesía.
Rótulo: 21:45
Las sillas detienen su baile. Las pupilas se dilatan en una dirección. El suelo vibra.
Rótulo: 21:48
Un foco inexistente se hace sobre ellas; María Blanco, Irene G Punto, Victoria Ash y Diana Zahé desempolvan el escenario.
«Tengo para ti un buen plan
quédate a dormir entre mis sábanas…»-canta María Blanco.
<<Por supuesto, cuenta con ello>>, algo así debimos pensar, todos los asistentes, durante los minutos que duró la versión acústica del tema Quédate a dormir (Detrás de las luces) que sirvió como vermú del espectáculo y que nos acercó, con delicadeza, a las cuerdas -vocales- de la guitarra de María Blanco (vocalista de Mäbu).
Tras una apertura al nivel de lo esperado, el testigo lo recoge una apasionada Victoria Ash que levanta su antorcha en forma de libro, Besos de nadie, para presentárnoslo cariñosamente -al igual que al resto de sus compañeras, incluida una ausente Loreto Sesma- y para besarnos con él de tres en tres (mi número favorito). Con Como forma de vida, Muerte para piano y Mi nombre en tus labios, Victoria dibuja en el aire una escala de colores que van desde el frío gris nostalgia al rojo resurgir de vida en lo que, por supuesto, resulta un viaje insólito en cuyo final nos encontramos con un inesperado y conocido La Culpa es de las musas.
Después del tierno y caluroso abrazo de Victoria Ash; María Blanco vuelve con Los viajes de Sam, de su nuevo álbum Buenaventura. Coordenadas opuestas, un tren y el calor que no nos deja respirar hacen sudar a un público sediento e insaciable que se rinde, de nuevo, a los pies de la vocalista.
Irene G Punto se levanta y La Puerta Falsa se transforma. El estilo de la producción de la madrileña convierte todo lo que le rodea en madera, madera recia, madera de <<Tena>>. El tamaño de su poesía, reducido, y el de su impacto, directo, convierten el espacio-tiempo de su intervención en una robusta barra de bar llena de piedras de whisky que quieres beberte de golpe, incluso si eres abstemio. El tacón de las rimas de Irene y los acordes rockeros de la guitarra de Diana Zahé calan hondo y se convierten en un regalo para los amantes del ingenio, la juerga y el asfalto.
«Buenos días,
buenas noches, te llama
se mete en tu cama y respira
se acurruca en tu pecho y se duerme tranquila…»
Con María Blanco todo parece una mañana de otoño, lluviosa, con un café caliente entre las manos y otras abrazándote el pecho desde atrás. No se equivocaba Victoria cuando al presentarla adelantaba que «tiene la voz con la que querrías dormirte todas las noches de tu vida.»
Victoria Ash vuelve con su segundo bloque y recita Carta a mar abierto con la compañía de una María extremadamente dulce que corea ciertos versos del poema de la andaluza.
Torrencial y delicada, si alguien puede ser ambos extremos a la vez es, claramente, Victoria – y su poesía-. Un inolvidable Besos de nadie, capaz de arrancarte la lágrima, y el positivo Para ti, que eres especial, junto a Diana Zahé que pone música y color al poema con su voz, dan por cerrado este segundo bloque de besos que, a parte de dejarte sin aliento, rozan los rincones más hondos de tus sentidos desgarrándote y recomponiéndote a partes iguales.
«Amor del litoral, enséñame a atrapar sirenas bajo el agua
amor del litoral, enséñame a contar estrellas, barcos y velas, días de fiesta…»
-como el de hoy-
María nos regala Los Amantes, el primer single de Buenaventura, con el que consigue arrancarnos un aplauso acompasado a sus acordes.
Silencio. El silencio es lo único que acompaña esta vez a una Irene G Punto que se lanza a la batalla desprovista de escudos, con tan solo su garganta y sus palabras como arma, y lo hace así para recitar la excepción que confirma la regla: Querida vida, mira, de su último libro Carrete velado, que con una mayor extensión que la media de su producción, penetra en nuestros oídos y en nuestro corazón como una carretera en mitad del desierto que acaba en la boca de un cañón que dispara, con energía, un: «Murcia, ¿cómo la miras tú?».
Inesperada, así es la sorpresa de la noche.
Ignacio Martín, profesor de la Universidad de Murcia, escritor y cineasta, sube al escenario de La Puerta Falsa, invitado por las propias chicas, y recita, de improviso, A oscuras de Victoria Ash. La voz grave de Ignacio da a las rimas de la autora de Besos de nadie un sonido diferente que hace del Poesía es nombre de mujer un lugar de encuentro -más- mágico -de lo que ya estaba siendo-.
Tras la marcha de Ignacio Martín del escenario, María Blanco hace su última intervención en solitario cantando De negro y amarillo (Detrás de las luces) mientras todos buscamos el botón de <<replay>> en el intento de evitar que su voz deje de abrazarnos los oídos.
Y, cuando parecía que todo estaba a punto de acabar, Diana Zahé se alza al frente sola y nos regala con Popera, al fin y al completo, su voz, su sonrisa, sus letras y su estilo personal y desenfadado.
(¡Otra caña aquí, por favor, que me lo estoy pasando genial!)
«A quién le importa que yo lleve el sur en los labios si yo abrazo el mundo en cada paso.»
«A quién le importa que mis poesías sean muy cortas si a veces se tarda toda una vida para entenderlas.»
Así introducen Victoria Ash e Irene G Punto un mítico, reivindicativo y festivo A quién le importa que pone a todo el mundo a cantar y sirve de cierre para lo que ha sido una hora y media inolvidable, de rimas, risas, rubias, morenas y música, a la que ninguna de todas las palabras que hay escritas en esta crónica pueden hacerle justicia.
Rótulo: Algún momento entre las 11 y media y las 12.15 de la noche.
El vaso se colma, la tinta se derrama, el escenario se vacía, las flores bailan y van, de aquí a allá, iluminando los rincones más oscuros de La Puerta Falsa. Poesía es nombre de mujer y ha dejado invadida la sala de rimas.
THE END
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